jueves, 26 de abril de 2012

Costa Rica: Personas transgénero luchan para tener una ley que los respalde


Las personas transgénero no solo enfrentan la discriminación de la sociedad. La ley también tiene vacíos que afectan sus derechos básicos.

¿Qué nombre dice en su cédula? En la mayoría de casos es el nombre que eligió alguno de sus padres. Si yo quiero borrar el original, por otro, lo haré sin mayor problema, con un trámite ante el Registro Civil.

Para una persona transgénero costarricense, no existe esa simpleza en algo tan básico como el nombre, pero que representa algo tan complejo como la identidad.

Natasha Jiménez lucha por los derechos de la comunidad transgénero y otras poblaciones discriminadas por razones de género y sexo. Es mujer trans, psicóloga y además es intersexual, una condición anatómica que presenta ambigüedad en sus genitales, la intersexualidad manifiesta una confusión física entre los órganos reproductores y los genitales, pues pueden presentarse partes tanto masculinas como femeninas.

Con días de nacida, fue enviada a casa como un niño y marcó el camino de su vida. Para ella, ahí inicia la lucha de vivir como lo que realmente se es. Tras su nacimiento, Natasha fue criada como un varón, en choque directo con su psicología, su naturaleza y el género en el cual ella encuentra su identidad.

Hoy es una mujer que imprime fuerza en cada frase, defiende derechos que hace un tiempo, nadie entendía siquiera, y viaja a distintos países como activista política, representante e integrante de una población violentada. Además pertenece a MULABI, organización que trabaja en temas ligados a la sexualidad y el género.

Este año, presentó un "informe sombra" ante el comité para la eliminación de todas formas de discriminación de las mujeres, de la Organización de las Naciones Unidas, en el 2011, fue la primera vez que se logró llegar hasta esa instancia, en nombre de las mujeres transgénero.

Su ideario político parte de ciertos puntos principales: el derecho a la identidad, con el nombre que cada persona desea en su cédula, el cese de detenciones policiales, de mutilaciones en niños y el derecho a la salud.

El Ministerio de Salud ya incluyó en su política nacional de sexualidad, un modelo de atención integral, un acompañamiento completo para las personas transgénero, sin embargo, la realidad costarricense dista de la ideal.

En materia legal, se ha avanzado poco y nada, pero algunos logros esbozan una sonrisa en el rostro de María José Solano. La Universidad de Costa Rica publicará su tesis de maestría con su nombre, y no con el que el Estado le obliga a tener en su cédula.

En México, pueden conseguir una nueva acta de nacimiento, con otro nombre, sin haberse realizado la operación de reasignación de sexo. Basta con tener algunos rasgos del género por el que viven, y comprobar con un peritaje médico que llevan dos años de tratamiento médico y terapia psicológica.

En Brasil, desde el 2010, un decreto estipula que las operaciones para el cambio de sexo se realicen gratuitamente por el sistema de salud pública nacional. En España, un juez autorizó que un menor de edad fuera sometido a la cirugía, tras haber estado en proceso hormonal, algo que la ley permitía solo para mayores de edad.

La lucha política, como todo en ese campo, avanza lentamente en Costa Rica. El movimiento transgénero muestra matices de unión, aunque sabe que están lejos de grandes objetivos.

Personas como Natasha trabajan por reivindicar derechos inherentes, que una sociedad miope no quiere ver.

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